Otra vez, otra vez ¡Otra vez! Uff ¿Cuántas veces lo hemos escuchado de nuestros profesores? O ¿Cuántas se lo hemos dicho a nuestros alumnos? Parece que el mero hecho de repetir un fragmento musical hace que indiscutiblemente, llegue a sonar mejor. ¿Es así de fácil? Si repito algo mil veces, ¿Me va a salir muy bien? Pues la respuesta es obvia: no.
No somos robots ni máquinas que se puedan programar y poder predecir que con cuarenta y dos repeticiones, podremos tocar un capricho de Paganini, o que con cincuenta y dos, un estudio de Chopin, ojalá fuese tan sencillo…, por el contrario, necesitamos tomar parte y ser conscientes de cada paso que damos, es la única forma tanto de disfrutar lo que hacemos, como de reconocer nuestros progresos; sólo siendo partícipe de cada nota, de cada movimiento, lograremos interiorizar lo que pretendemos tocar, relacionando contenidos, construyendo nuestros propios estructuras en base a sensaciones, sonidos, etc. Porque al fin y al cabo es uno mismo, quien desde el autoconocimiento, puede lograr el punto exacto en el que la ejecución trasciende y llega al otro, ahí está la meta.
Ahora, ¿Todo esto se logra tocando una única vez? Claro que no, entonces el camino parece muy claro, sí debemos repetir, pero de forma tan consciente que cada vez que lo hagamos descubramos algo nuevo, alguna mejora, un mejor sonido, mejor afinación, incluso notas o indicaciones que habíamos pasado por alto. No cabe duda que las cosas se aprenden haciéndolas, pero debe ser un “hacer” consciente, donde estén prohibidas las repeticiones vacías, sin intención, por lo que esos “Otra vez, otra vez ¡Otra vez!”, representan más bien, oportunidades para hacerlo cada vez mejor.
Nunca mejor dicho “Tócala otra vez, Sam”
¡Ánimo!
Mark Contreras Gómez
Profesor de Violín Musicaeduca.
Co-autor del método Mi Violín.